martes, 4 de junio de 2013

CRÓNICA DEL XIII MEDIO MARATÓN DE MONTAÑA DEL OCEJÓN

(En la página de esta edición encontraréis las clasificaciones y enlaces a otras fotos y vídeos de la prueba)

Pasada la loca vorágine de los días de preparación y celebración del XIII Medio Maratón de Montaña del Ocejón, es hora de hacer balance: 

Empezaremos por lo negativo: la necesidad de marcar un tiempo límite para llegar a la Peña Bernardo, donde se encuentra el segundo avituallamiento y el kilómetro 10,300. En años anteriores, los últimos clasificados habían llegado a la meta de noche ya, con el consiguiente retraso en los actos posteriores y la constatación por parte de los miembros de la organización, de que los rezagados estaban en peligro de extraviarse, con la consiguiente preocupación. Este año han sido cuatro los corredores que han llegado después de transcurrido el tiempo estipulado (una hora y quince minutos). 
Vídeo de Jesús Aparicio

¿Lo positivo?: los corredores y corredoras, que han venido desde toda España a pasar un fin de semana frenético y maravilloso con nosotros; los voluntarios que trabajan al límite de sus fuerzas, sin cobrar ni un solo euro; el maravilloso recorrido montañero que el agua, el viento y el tiempo nos han proporcionado; esa cúspide que nos espera a todos y que se llama Pico Ocejón; la era de Robleluengo, ya mítica para cualquier corredor de montaña de España, con la deseada meta; las sonrisas cruzadas entre participantes, voluntarios, acompañantes y público animador;  la paella de verduras que engullimos todos en buena armonía; la banda local de Rock (Pata de Elefante), que este año nos ha traído los ritmos que a todos nos conmueven; el bar rural que se instala en la plaza de Robleluengo, que calma la sed que cada quien soporta; el desayuno matutino para todos sin excepción, que hubo quien recibió en el saco de dormir; el cariño que se entrecruza cada año en el valle que alberga seis pueblos ya volcados con su Medio Maratón de Montaña del Ocejón: Campillejo, El Espinar, Roblelacasa, Campillo de Ranas, Robleluengo y Majaelrayo…, y muchas cosas que cada participante podía añadir a esta lista.

En el plano organizador: un año más las más expresivas gracias a la Asociación de Vecinos de Robleluengo (motor, transmisión y ruedas de este Medio del Ocejón) y a la Federación de Deportes de Montaña de Castilla La Mancha (siempre atenta a las necesidades de afiliados y deportistas), a los clubs de cazadores que nos han prestado sus radioteléfonos para mejor seguimiento y control de la prueba, y a todos, TODOS, los voluntarios por su mayor o menor aportación que, en su conjunto, ha sido enorme. ¿Y qué decir de los  patrocinadores?: AHORRAMAS (ya sabéis, el súper del barrio) y Casbega (embotelladora, comercializadora y distribuidora de COCA-COLA), sólo que mantengan este espíritu colaborador con nuestra prueba.

Y ahora es el momento de marcar en la agenda o la manga de la camisa la fecha del XIV Medio Maratón de Montaña del Ocejón: 7 de junio de 2014.
¡A entrenar!

1 comentario:

  1. ¡¡NO VUELVO A CORRER ESTA PRUEBA!!

    En el kilómetro 5, antes del primer avituallamiento, sufrí una pájara que me hizo plantearme si seguir o no. No sé si fue el calor añadido a mi camiseta negra, el haber comido demasiado tarde, la sed. El caso es que desde el primer momento vi que no iba bien.

    La cabezonería y la esperanza de que resurgieran las fuerzas en una carrera tan larga me hicieron continuar. Sufrí, pené y no disfruté de la carrera, siempre obsesionado en llevarme la razón en esa batalla con mi mente sobre si realmente tendría fuerzas de terminar la prueba. Ni siquiera bajando me veía cómodo, teniendo que volver a pararme varias veces.

    A 4 ó 5 km del final, antes de llegar a Majaelrayo, me preguntaba a mi mismo por qué me hacía sufrir tan gratuitamente. Los últimos 1.000m apenas pude dar dos zancadas seguidas, cualquier piedra o escalón en el camino me parecía tan alta como el propio Ocejón, me faltaba aire en los pulmones, las ampollas no me dejaban hacer una zancada cómoda, quería parar y sentarme... ¿Dónde estaban tantos días de entrenamiento? ¿De qué habían servido? Estaba odiando esta prueba.

    Pero entonces empiezas a ver a gente que ya ha terminado, relajando los músculos en el trazado de la carrera, que te animan demostrando el gran compañerismo de este deporte; público disperso que te da un último aliento que no tienes; tu pareja que, aunque no entiende para nada esta manera de ¿divertirse?/¿sufrir? que tú tienes, te motiva para dar otro poco más; los primeros tejados de las casas de Robleluengo; el ruido difuso de la muchedumbre y...

    Y doblas la esquina anterior a la plaza y ahí están todos, animándote como si su felicidad dependiera de que tú consiguieras terminar a pesar de que en realidad no te conocen; la línea de meta, que nunca pensabas que llegaría; el color verde esperanza de la pradera que te hace olvidar el marrón y gris de la soledad de la cima; los últimos 7 metros para sumar a los 21.090 que ya llevas; Fernando esperando ansioso a felicitarte...

    Otra vez lo has conseguido. Felicitaciones, recibimientos, euforia... Después llega el desfallecimiento, los días venideros con agujetas, los dolores en los músculos, las rozaduras, en definitiva, la reflexión sobre si ha merecido la pena.


    Y la X enorme en el 7 de junio de 2014.

    ResponderEliminar